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Realiza tu propio diseño de mascarilla y envíanos una fotografía del mismo, y si lo has llevado a cabo, un retrato con ella puesta. También puedes fotografiarte con alguna máscara que tengas en casa, o con una que quieras fabricarte para ocultar tras ella tu identidad.
En tiempos de coronavirus se ha hecho común ver a nuestro alrededor la cara de la gente cubierta por las mascarillas. Al utilizarlas nos hemos dado cuenta de lo importante que es ver el rostro de las personas con las que nos comunicamos. Para poder identificarnos, pero también para ver el movimiento de los labios mientras nos hablan, para captar los gestos y expresiones que las personas tienen cuando interactúan con nosotros, ahora solamente percibidos por la expresión de los ojos. A su vez, las mascarillas se han perfilado como un nuevo espacio para el diseño, la publicidad y el merchandising, pudiéndose encontrar multitud de motivos, colores, formas y eslóganes en ellas. Y también como espacio ideológico para expresar la pertenencia a una comunidad, con banderas nacionales, regionales y locales. Significativa es la ausencia de la bandera de la Unión Europea, síntoma de la fragilidad de la conciencia colectiva respecto a su pertenencia a ella de la ciudadanía. El efecto de extrañamiento que nos producía ver en países orientales el uso de la mascarilla ha llegado a nuestro entorno. Lo que nos parecía algo exagerado y estrafalario (como su uso por estrellas del pop como Michael Jackson), es ahora un elemento más de nuestra cotidianidad. La presencia de la mascarilla no es solo física, ya estaba desde hace tiempo en el entorno virtual. Son múltiples los filtros digitales asociados a los programas y aplicaciones en relación con la imagen (selfies en su mayoría) que convierten los rostros completamente en máscaras, igualando en cierta forma la identidad individual por una colectiva idealizada.
Como señalaba Bea Espejo en un reciente artículo titulado “Si quieres que te vean, desaparece”, la máscara ha sido un símbolo cultural ancestral que ha regresado con frecuencia al arte contemporáneo, para en muchos casos, reflexionar sobre el concepto de identidad y en la actualidad, como se indica en este artículo, pueden verse varias exposiciones relacionadas, como “Masks” en la Galería Municipal de Oporto, o “The Cindy Sherman Effect. Identity and Transformation in Contemporary Art” en el Kunstforum de Viena. También hay artistas que las están utilizando como soporte para sus obras, es el caso del artista chino Ai Weiwei, que ha realizado la serie “Mask”, mascarillas con motivos tomados de sus obras, realizadas a mano.
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Igualmente son varias las obras de la Colección Helga de Alvear que tienen relación con la mascarilla, máscara o mascarada. Os proponemos un recorrido por algunas de ellas. Para empezar, el grabado nº 6 de los Caprichos de Francisco de Goya titulado Nadie se conoce, perteneciente a la primera edición de 1799 que conserva la colección. Texto e imagen aquí parecen contradecirse, como en muchos de los Caprichos, ya que la pareja de enmascarados parece reconocerse a través de la mirada.
Estas son las interpretaciones que los manuscritos contemporáneos al pintor hicieron de este grabado:
- Manuscrito del Museo del Prado: El mundo es una máscara, el rostro, el traje y la voz todo es fingido; todos quieren aparentar lo que no son, todos se engañan y nadie se conoce
- Manuscrito de Ayala: El mundo es una máscara; el rostro, el traje y la voz todo es fingido. Un General afeminado obsequia a madama delante de otros cornudos.
- Manuscrito de la Biblioteca Nacional: Un General afeminado o disfrazado de Muger en una fiesta, se lo está pidiendo a una buena moza; él se deja conocer por los bordados de la manga; los maridos están detrás, y en vez de sombreros, se figuran con tremendos cuernos como un unicornio. Al que se tapa bien, le sale derecho; al que no, torcido.
Goya plantea aquí un tema tan actual como la construcción social de las identidades, el aparentar lo que no se es, lo que provoca la incapacidad de conocer al “otro”. El mundo como mascarada. Además Goya rompe con la unidad espacio-temporal de la imagen, con la representación en una misma escena de las dos posibilidades que conlleva la acción. Una en la que el cornudo es ajeno a la escena, de espaldas con el sombrero tieso, y en la que la contempla, mirando la escena con el sombrero torcido. Como afirmaba André Malraux, la máscara para Goya no es lo que esconde el rostro humano sino lo que desenmascara.
La fotografía de Denise Bellón de la cabeza del maniquí realizado por André Masson con motivo de la Exposición Internacional del Surrealismo de 1938, en la Galerie des Beaux Art de París, tiene como elemento destacado la mascarilla de terciopelo que tapa la boca del maniquí, decorada con una flor, un Pensamiento. Flor que utiliza a su vez como juego de palabras en la denominación que Masson le dio “Le Bâillon vert à bouche de pensée”, que podemos traducir como “La mordaza verde con boca de pensamiento”, expresando el deseo reprimido masculino hacia la mujer fechitizada, convertida en objeto. De esta forma pretende confinar el pensamiento del deseo, clausurarlo, lo que se acentuaba al enfrentar a los espectadores físicamente con la obra, pues dispuesta en un estrecho pasillo, le forzaba a un contacto físico con ella, como diríamos ahora, a romper la “distancia social” entre el espectador y el objeto de deseo.
La máscara ejerció también una intensa atracción en el artista cordobés Pepe Espaliú. En la Colección Helga de Alvear hay varias piezas en relación a este símbolo. Los dibujos Santo con sueño en perfil y las máscaras de la serie Santo, todos de 1988. La obra de Espaliú se centra en los discursos sobre la identidad y serán las máscaras de la serie Santo las que manifiesten de forma más evidente su obsesión sobre lo velado, lo prohibido y lo diferente, por los mecanismos de ocultación. El término “Santo” hace referencia al calificativo que Sartre dio de Jean Genet en su ensayo sobre el escritor. Las máscaras de Espalíú, realizadas en cuero guarnecido por artesanos sevillanos, parecen formadas por pedazos de piel, fragmentadas, sin rasgos, desprovistas de una identidad definida. Expresan la incapacidad del artista por encontrar una identidad estable, muestran la angustia de un vacío interior.
Estaban inspiradas por las máscaras africanas que pudo ver en el British Museum en Londres, como comentaba a su amigo Guillermo Paneke:
“En el British Museum me sobrecogieron las salas de estatuaria del Congo, Costa de Marfil, Nigeria, etc… He comenzado algunos dibujos a partir de ellas, incidiendo en la idea –muy museística– de máscara apoyada en superficie horizontal. Por cierto, ¿Te imaginas una exposición de “museo”, con todo lo que ello supone: carácter permanente, guardias de seguridad, vitrinas con cristal “securit”, aparatos de control de temperatura y humedad, cámaras de vídeo, visita organizada con guía, catálogo-libro de reproducciones mediocres y pastas de cartón… etc. etc. en la que se exhibieran estas mismas máscaras africanas que me han fascinado pero vueltas del revés, apoyadas en fantásticos pedestales, pero solo mostrando su interior, su vacío…”
Los rostros se describen por su vacío, por su oquedad. Espaliú no tiene interés por el objeto sino por su antigua función de enmascarar, clausurar, como negación del individuo y preludio de la muerte. Pero también como expresión de identidades múltiples, como el propio Jean Genet definía:
“Cada nombre era una máscara, de muy fina tela, transparente a veces, bajo la que había otro nombre –otra máscara de otra tela o de la misma, pero de diferente color, tras la que se distinguían los reflejos de otro nombre.”
Esta superposición de identidades es la que se da en la obra del norteamericano Slater Bradley como podemos ver en Lost and Found #1 y #2, realizadas en 2008. En ellas el doppelgänger del artista se hace pasar por Michael Jackson llevando la mascarilla con la que aparecía en público, que además de ocultar su rostro, parecía insinuar también la ocultación de su supuesta pederastia. Al tiempo que el contraste con las caras descubiertas de los niños que le acompañan, invierte los términos de ocultación propios de los medios de comunicación en relación a los menores, mediante la pixelación de los rostros. La intervención con rotulador que oculta el resto de la imagen hace que se convierta en una metáfora de la imagen mental del mito, en este caso de su transformación y caída.
Son más las obras en relación a las máscaras. Os invitamos a que exploréis en la colección consultándola a través de la app de la colección disponible para dispositivos de Apple o en el catálogo on-line en la web del museo.
Ahora os proponemos la siguiente actividad:
TALLER CREATIVO “NADIE SE CONOCE”
Realiza tu propio diseño de mascarilla: opina, quéjate, agradece, oculta, dibuja, … y envíanos una fotografía del proyecto. Si has llevado a cabo la mascarilla con tu diseño, hazte un retrato con ella puesta y mandanosla. También puedes fotografiarte con alguna máscara que tengas en casa, o con una que quieras fabricarte para ocultar tras ella tu identidad. Te adjuntamos una plantilla con la forma de una mascarilla para que realices si quieres tus diseños utilizándola. Envíanos tus fotografías al correo tumuseohelgadealvear@gmail.com y las podrás ver en nuestras redes sociales en el hilo dedicado a la actividad.
¡¡¡Esperamos tu participación!!!