Os proponemos un recorrido por una serie de obras y artistas que desde el dibujo inciden en el individuo y la sociedad actual, con planteamientos que parten de lo irónico, lo esperpéntico y lo satírico, reflexionando paralelamente sobre la práctica y los agentes que intervienen en el arte, mediante la utilización de la caricatura, renovando y actualizando el género, que tiene sus raíces en Goya y Hogarth.
Surgen así una serie de artistas que desde la década de los setenta del siglo XX comienzan a utilizar el dibujo con elementos estéticos comunes, sin estar localizados en un centro geográfico concreto ni pertenecer a una misma generación. Todos ellos buscan alejarse del amaneramiento presente en el mundo de las artes plásticas y recuperar para el mismo lo más básico de su función, la comunicación.
Así lo relata Matt Mullican, uno de los artistas que seleccionaremos, cuando menciona que utiliza el dibujo por la presión ejercida entonces, comienzos de los setenta, hacia los artistas más jóvenes por las corrientes conceptuales y minimalistas del arte. El deseo de huir de las etiquetas.
No hay que olvidar que el dibujo puede ser usado como un lenguaje visual global cuando la comunicación verbal falla. Para ello buscan modelos o se inspiran fuera de los canales y medios tradicionales del arte, siendo la influencia del cómic, la tira cómica o el mundo de la ilustración infantil las más frecuentes en estos artistas, sin olvidar el mundo de los medios de comunicación o la música popular, con guiños constantes hacia el arte con mayúsculas. También miran hacia la sátira y la caricatura que tiene su origen en el siglo XVIII, sobre todo en relación a los hechos acontecidos durante la Revolución Francesa, y su apogeo en el XIX, al que ha denominado Valeriano Bozal como “El siglo de los caricaturistas”. Será en ese siglo cuando Charles Baudelaire publique dos ensayos en relación a lo caricaturesco; en 1855 De la esencia de la risa y en general de lo cómico en las artes plásticas y en 1857 Algunos caricaturistas extranjeros, donde entre otros señala las obras de Hogarth y Goya. Sobre este último comenta;
El gran mérito de Goya consiste en crear lo monstruoso verosímil. Sus monstruos han nacido viables, armónicos. Nadie se ha aventurado como él en la dirección del absurdo posible. Todas esas contorsiones, esas caras bestiales, esas muecas diabólicas están imbuidas de humanidad
Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828)
Caprichos, 1799
Los Caprichos subvierten las normas representativas vigentes en su tiempo para abrir el camino hacia una nueva modernidad artística. Su influencia en la historia cultural de los siglos XX y XXI es enorme, y en concreto en corrientes como el Romanticismo, el Realismo, el Surrealismo o el Expresionismo. Su genialidad hace posible que, tras más de dos siglos de existencia, sigan impactando a artistas actuales, a través de escenas irrepetibles que nos ayudan a profundizar en la comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Lo absurdo y lo grotesco serán, por tanto, elementos fundamentales en las obras de estos artistas, para provocar la risa, el humor y la ironía en el espectador, para sacar a la luz aquello que permanece oculto y reprimido, y que gracias a este componente humorístico, podemos soportar su patetismo. Desde este punto de vista son clarificadoras las palabras de David Shrigley:
La idea de que humor y seriedad son irreconciliables en el arte es un malentendido muy común. Lo opuesto de humorístico no es seriedad, sino tristeza.
Desde el punto de vista formal, y como influencia directa del comic, hay tres elementos que destacan en mayor o menor medida en estos artistas:
La interrelación y complementación entre palabra e imagen. Muchas veces siendo la primera un elemento gráfico al mismo nivel que la imagen.
El carácter esquemático del dibujo, precisamente para subrayar el elemento significativo para cada ocasión. La línea gráfica como elemento sintáctico.
Diversos niveles de caricaturización (ver Scott McCloud) según las diversas búsquedas de significación.
Otro elemento importante es el espacio en blanco que rodea y ocupa gran parte de la composición. El fondo blanco, según el historiador de arte Norman Bryson, actúa como reserva, un espacio en blanco del que surgen las imágenes «perceptivamente presentes pero conceptualmente ausentes». Para Benjamin el espacio en blanco es un elemento definitorio del dibujo respecto a la pintura, es donde se activa la línea gráfica. Así lo define en su ensayo La pintura, o signos y marcas (1917).
Muchos artistas actualmente exploran las cualidades especiales que más frecuentemente se asocian con el dibujo: su potencial narrativo y anecdótico, su subjetividad inherente, sus inclinaciones hacia lo popular y vernáculo. Los artistas han encontrado un refugio alejándose de los rigores del conceptualismo, el posestructuralismo y la teoría crítica. Por lo tanto, ha habido una explosión del dibujo basado en la estética de un retorno aparente a la expresión de la emoción, la experiencia y el sentimiento o en la reinversión distintiva de la voz única de autor. Quizás debido específicamente a la invisibilidad crítica y teórica del dibujo durante los 80, y su consecuente y prolongado estatus de humildad, constituyó el terreno para que los artistas exploraran las hasta entonces reprimidas nociones de autenticidad y expresión, narrativa, lo indómito y lo irracional.
Matt Mullican (Santa Monica, California, EE.UU., 1951)
Dentro de la corriente de artistas que recientemente han sido denominados bajo el calificativo de “The Pictures Generation” a partir de una exposición celebrada en 1977 por Douglas Crimp en la Artists Space de Nueva York titulada “Pictures” y que ha sido revisitada de nuevo en una exposición del Metropolitan Museum of Art en 2009.
Artistas que tienen como común denominador la apropiación de imágenes en la era desaforada del consumismo y de los medios de comunicación, que desarrollan sus obras desde los setenta y que provenían del California Institute of Art.
Este es el caso de Mullican que en 1974 acaba su formación en dicha institución, pero que ya en 1973 expone individualmente en el Project Inc. de Boston, momento a partir del cual ha estado presente de forma constante en los circuitos internacionales.
Untitled (Glen Notices a Note That´s Been Slipped Under His Studio Door), 1973
Una de sus primeras creaciones dentro del campo del arte y uno de sus primeros pictográmas fue el personaje llamado Glen, la Stick figure (figura palillo), que podemos ver en este dibujo
El dibujo vuelve a ser el medio más auténtico y directo para expresarse sobre la “cultura de consumo” en la que estamos inmersos. Como señala Benjamin, no es una ventana al mundo, sino un instrumento para entender nuestro sitio dentro del Universo.
Dan Perjovschi (Shibiu, Rumanía, 1961)
Perteneciente a una generación de artistas e intelectuales rumanos que vivieron bajo la dictadura de Caucescu, y posteriormente la democratización del país mediante la revolución de 1989, Perjovschi vive una situación post-traumática propiciada por el comunismo a la que se suma su inserción en una Europa donde ya imperaba un capitalismo desaforado. Ambos elementos van a ser definitorios de la forma de mirar la realidad de Perjovschi, asombrado de cómo este consumismo actúa en los países del entorno europeo de Rumania, y como ven estos países la incorporación de su país al mismo. El peligro de que Rumania sea devorado por ellos.
Utiliza un dibujo que se independiza del papel para expandirlo sobre las paredes y suelos de espacios de exhibición, pabellones como el de la Bienal de Venecia de 1999, siempre con un carácter efímero y transitorio, con un gran componente temporal de la imagen. Como el mismo señala “Siento que mi trabajo está inacabado, como si yo estuviese haciendo una única pieza”
Untitled. Culture of diversity, 2007
Perjovschi despliega en sus dibujos su relación personal con el entorno, mezclando tanto lo local, lo nacional como lo internacional, incidiendo en las paradojas que ha creado el mundo globalizado en el que vivimos.
David Shrigley es otro de los protagonistas del dibujo actual con una fuerte carga irónica en sus imágenes. Formado como artista en la Glasgow School of Art entre 1988 a 1991, estudió junto a Jonathan Monk, interesándose ambos por las estrategias post-conceptuales y por la cultura popular con referencia en el artista norteamericano Mike Kelley. Aunque su obra tiene un gran componente dibujístico, este impregna otros medios como la fotografía (sobre la que interviene dibujando), la escultura y la animación.
Untitled, 2010-2011
Los dibujos de Shrigley están cargados de ironía y de aspectos vistos desde la óptica del adolescente, con las dificultades inherentes a esta etapa de adaptación a la realidad, que se traducen en sus dibujos en personajes irreverentes y crueles, fuera de las normas y convenciones sociales, así como la naturaleza esperpéntica o de pesadilla de sus escenas, a través de los que aborda temas tan profundos como la muerte, la miseria, aunque también todo aquello que solemos ignorar por su banalidad o su bajeza.
Sus dibujos, que se basan en un principio de economía, nos lleva a situarlos dentro del campo de la caricatura. Intenta excluir todos los elementos figurativos innecesarios, donde la presencia del texto es primordial, encontrándose en un mismo plano que la imagen y sin un espacio definido dentro de la representación, como tiene por ejemplo en los comics tradicionales. Muchas veces en los dibujos del Shrigley el texto se convierte en imagen. Como en Perjovschi, trabaja en disyunción con la imagen, generando humor precisamente entre la fricción de los dos componentes.
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