El acto de coleccionar, principalmente cuando tiene su raíz en un impulso privado con vocación pública, es esencialmente un acto de generosidad. Generosidad que implica, por parte del coleccionista, la comprensión de la obra de arte como estructura culturalmente relevante haciendo posible la creación de discursos abiertos a múltiples lecturas. Concebida a partir de los fondos de la Fundación Helga de Alvear, De la generosidad comienza con un núcleo de obras del modernismo clásico para desdoblarse en dos momentos cronológicamente consecutivos: las neovanguardias de los años sesenta y setenta, y las prácticas contemporáneas, en particular aquellas que revisitan la modernidad.